La lectura se traslada en verano a las playas. Frente al mar, sobre una tumbona o una toalla, la gente disfruta del solaz necesario para ponerse a leer. Éstas son las lecturas que a lo largo de la última semana ha avistado la bibliotecaria de Redfield Hall en la playa de La Concha, en San Sebastián (en ocasiones sólo ha visto el nombre del autor o el título, dependiendo de la postura del lector): Amor de Artur, de X. L. Méndez Ferrín (Impedimenta); un libro del escritor danés Peter Hoeg; En la carretera, de Jack Kerouac (Anagrama); Los ojos amarillos de los cocodrilos, de Katherine Pancol (La Esfera); varios títulos de Julia Navarro (Plaza & Janés); The Bonfire of the Vanities, de Tom Wolfe; Guernica, de Dave Boling; Los hombres a veces por desgracia siempre vuelven, de Penelope Parker (DeBolsillo); El honor del silencio, de Danielle Steel (DeBolsillo); varios títulos de Ken Follet (Plaza & Janés); otros tantos de Nora Roberts; En América, de Susan Sontag (Alfaguara); varios títulos de Patricia Highsmith; el extraño La hija del ciervo rojo, de Joan Wolf; Gritos silenciosos, de Paula Zubiaur (Ámbar); Heart of Darkness, de Joseph Conrad; The Bell Jar, de Sylvia Plath; Amanecer, de Stephenie Meyer (Alfaguara); Stieg Larsson (en español e inglés); Federico Moccia (Planeta); varios de Camilla Lackberg (Maeva); The Children's Book, de A. S. Byatt; Coltán, de Vázquez Figueroa; Mary Higgins Clark; John Updike, en inglés; Las cosas que no nos dijimos, de Marc Levy (Planeta); y La dama del perrito, de Chéjov (Nórdica). Resulta muy interesante constatar que el 95 por ciento de los lectores eran precisamente lectoras.
Esto es lo que se lee, esto es lo que hay.
Esto es lo que se lee, esto es lo que hay.
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